La pintura y la escultura es parte indispensable y complementaria de la arquitectura. La escultura inunda los edificios, al contrario que en épocas anteriores. Las artes gráficas explican su función, triunfa lo icónico, que exige imágenes para representar ideas. Las imágenes tienen dos funciones: una estética y otra didáctica. La función didáctica es esencial, ya que pretende difundir el programa ideológico cristiano entre una población mayoritariamente analfabeta y con pocos recursos para adquirir libros. Por supuesto se mantiene, y potencia, el carácter simbólico de la representación.
Los temas más comunes son vírgenes con niño Dios o crucificados. Suelen tener un marcado hieratismo, aunque probablemente la policromía lo suavizaría. El programa iconográfico incorpora las enseñanzas de la Iglesia, el adoctrinamiento, los temas del Antiguo y el Nuevo Testamento (Adán y Eva, el arca de Noé, el sacrificio de Isaac, la Anunciación, la Visitación, la Natividad, la Epifanía, Pentecostés, etc.), el crismón, y los monstruos (unicornio, grifo, monstruos del infierno). Pero, también, aparecen motivos geométricos, vegetales, animales y de las tareas agrícolas más comunes. No faltan referencias a la historia, a las fábulas y a la mitología. Tratará de ordenar y sistematizar los conocimientos sobre el origen del mundo, el hombre y Dios. Pero el tema más repetido es el del juicio final, con los salvados y los condenados, el pecado y el demonio. En él aparece toda una estética de lo feo y lo grotesco, que llega a ser cómico.
En la escultura exenta predominan los temas de: el Crucificado y la Virgen. El Cristo crucificado está clavado con cuatro clavos y los pies separados, el cuerpo rígido, sin sentir el peso y adaptándose al marco. En la cabeza lleva una corona real, por su condición de rey de reyes, o una corona de espinas. Aparece vestido con una larga túnica, al menos desde la cintura. Las figuras de la Virgen fueron especialmente veneradas. Frecuentemente contenían reliquias. Suele ser una figura sedente, coronada y con niño. La composición suele ser rígida, sin que exista comunicación entre la Virgen y el Niño.
La escultura se caracteriza por la ley de la adaptación al marco, el horror vacui, la expresividad esquemática, sin proporciones naturalistas, y la carga simbólica y alegórica. Hay ausencia de perspectiva, y destaca la jerarquía de tamaño, composición e hieratismo. La forma se subordina al esquema geométrico que impone la arquitectura.
En cuanto a los materiales, suelen estar realizadas en piedra caliza, granito o mármol, pero también en madera o marfil.
Dos espacios están especialmente reservados para la escultura: la portada y el ábside, aunque aparece en frecuentemente otras partes, como los bajos de las cubiertas, las jambas de las puertas, los capiteles o los claustros. Existen tanto relieves como escultura exenta, de pequeño tamaño, que están policromadas. La portada es la parte más escultórica, donde se encuentran, en el tímpano: el pantocrátor y el tetramorfos, en el dintel los ancianos del Apocalipsis, y en el parteluz y las arquivoltas otras esculturas, casi exentas.
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