martes, 9 de marzo de 2010

FRA FILIPPO LIPPI

Fra Filippo Lippi fue uno de los mejores pintores del primer renacimiento, podría haber sido el más importante, pero el amor se interpuso como obstáculo para lograr el éxito absoluto.
Filippo nació en el año 1406 en el seno de una familia muy humilde de Florencia, ciudad que por aquellos años comenzaba a despuntar en la creación artística.


Por desgracia quedó completamente huérfano a los pocos meses y unos familiares tuvieron que hacerse cargo de su educación hasta que por falta de recursos hicieron que ingresara en un convento para que tomara los hábitos, de ahí el nombre de “Fra” que le acompañó toda su vida.
Lo cierto es que Filippo no tenía ninguna vocación, ni por el estudio ni por la vida monástica. A él le gustaba disfrutar de la compañía femenina y dibujar. Sus primeros trabajos los realizó en su convento, hasta que cansado de perder el tiempo, decidió escapar y dedicarse a pintar.
Encargos no le faltaban, ya que su estilo preciosista era el favorito de las clases altas florentinas, tanto es así que la familia Medicci, la más importante de la ciudad le tuvo bajo su protección, salvándole en más de una ocasión por los escándalos que Filippo protagonizaba.


No debemos olvidar que todavía era fraile, ya que había huido sin más, por lo que su conducta “desordenada” en cualquier persona, resultaba escandalosa en un hombre de iglesia.
Viajó por gran parte de Italia, aprendiendo de las diferentes escuelas pictóricas, aunque él perfeccionó hasta el máximo los cuadros de vírgenes con el niño, insuperables aun después de su muerte. De sus pinceles han salido algunas de las mejores madonas del renacimiento: rubias, bellísimas, elegantes y serenas, marcando el canon de belleza de la época.


El punto de inflexión más importante en su vida fue el conocer a Lucrecia Butti, una de las mujeres más bellas de Italia si nos fiamos de los cuadros que pintó con ella como modelo.
Solo había dos problemas: él era todavía fraile y ella era una novicia del monasterio donde estaba pintando unos frescos. El amor entre ambos fue más fuerte que cualquier otra cosa, y decidieron huir juntos.


Se mantuvieron ocultos en contra de la familia de Lucrecia y de la familia Medicci. Cuando por fin los encontraron, habían pasado más de 10 años y habían tenido un hijo juntos, el que sería famoso pintor, más incluso que su padre: Filipino Lippi.


Pero cuando todo parecía calmarse y estaba a punto de obtener la nulidad de sus votos eclesiásticos, le sobrevino la muerte prácticamente de un día para otro.


Se sospechó, posiblemente con razón que la despechada familia de Lucrecia, no habría perdonado la deshonra y querría evitar un más que posible matrimonio entre los dos. Sin embargo no debemos olvidar que el fallecimiento se produce en 1469, por lo tanto no estamos hablando de un joven en la flor de la vida, sino de un hombre de edad más que avanzada para la época.
Su muerte, nunca aclarada, no desmerece su vida apasionada y sincera. Filippo decidió amar y ser amado.



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